sábado, 9 de junio de 2012

UNA DE BURROS




DEUDAS y BURROS



Se solicitó a un prestigioso asesor financiero que explicara esta crisis de una forma
sencilla, para que la gente de a pie entienda sus causas. Este fue su relato:

Un señor se dirigió a una aldea donde nunca había estado antes y ofreció a sus habitantes 100 euros por cada burro que le vendieran.
Buena parte de la población le vendió sus animales.
Al día siguiente volvió y ofreció mejor precio, 150 por cada burrito, y otro tanto de la población vendió los suyos.
Y a continuación ofreció 300 euros y el resto de la gente vendió los últimos burros.
Al ver que no había más animales, ofreció 500 euros por cada burrito, dando a entender que los compraría a la semana siguiente, y se marchó.

Al día siguiente mandó a su ayudante con los burros que compró a la misma aldea para que ofreciera los burros a 400 euros cada uno.
Ante la posible ganancia a la semana siguiente, todos los aldeanos compraron sus burros a 400 euros, y quien no tenía el dinero lo pidió prestado. De hecho, compraron todos los burros de la comarca.
Como era de esperar, este ayudante desapareció, igual que el señor, y nunca más aparecieron.
Resultado:
La aldea quedó llena de burros y endeudados.
Hasta aquí lo que contó el asesor. Veamos lo que pasó después:

CARTA FIN DE CURSO





miércoles, 30 de mayo de 2012


   Compañeros os adjunto una hermosa y emotiva carta que nos remite nuestra antigua y futura compañera Isabel.
 Espero que la disfruteis tanto como yo lo he hecho
                                              “Fin de curso”
Cada día, a las cinco de la tarde, un goteo de personas que ya no cumplirán los cincuenta se dirigen, como escolares, a la Casa de la Cultura, para asistir al Aula Permanente de Formación Abierta de la Universidad. Todas aligeran las tareas domésticas para llegar puntuales a clase. Algunas de ellas empezaron el día que se inauguró y aún continúan enriqueciéndose con los conocimientos que allí se imparten por un profesorado ilusionado,  preparado y totalmente entregado. 
Bajo el brazo llevan una carpeta; sobre el pecho, colgadas, unas gafas graduadas para ayudar a sus cansados ojos. Su andar pausado y la espalda un poco encorvada por el peso de  una  mochila invisible, que su paso por la vida se ha encargando de llenar, con fatigas y penas. Pero, a esta generación de la posguerra, nada ha conseguido arrebatarle sus ganas de vivir.
Desde mi ventana, sin ánimo de curiosear, las observo. Las conozco a todas porque soy paisana y sé que solo están mayores por fuera. Son  joyas que la vida ha envuelto en papel arrugado.  
No me gustaría que estas actividades, didácticas, se hayan creado con la intención, solamente, de entretener a  personas de la tercera edad, para que no se acuerden de las pastillas que alivian el dolor de sus frágiles huesos (como alguien malicioso podría pensar). Si así  fuera, seria desconsolador, prefiero pensar, no me importa que me llamen ingenua, que los mandatarios han querido fundar esta tarea ligada a la universidad para que muchas de estas personas tengan la oportunidad que en su día no tuvieron y puedan decir…
- Estoy en la universidad, soy universitario/a y puedo gozar mientras voy formando mi intelecto, además me permitiré el lujo de asistir mientras me quede una neurona con vida, porque ninguna normativa me lo impide…
Algo que a los de nuestra edad nos parece un privilegio y que da fuerza para sentir la sangre bullir por las venas y el corazón galopando como si fuéramos jóvenes.
A la salida de clase todas las caras relumbran sonrientes. Las tardes de  nuestro gélido invierno invitan a tomar chocolate caliente, en una cafetería, mientras se comenta lo bien que estuvo la clase y el esfuerzo de los profesores por hacernos agradable nuestro aprendizaje. 
Es fin de curso y es estupendo llegar sin el agobio que ha querido evitar la dirección de esta universidad, otra, los obligaría a pasar un examen y… eso fatigaría a este especial alumnado. Ya se encarga el día a día con sus zancadillas de ponerlos a prueba cada vez que sale el sol.
Con la voluntad firme de vernos el próximo año, académico, nos despedimos y digo nos despedimos, porque, aunque yo no asista, a clase, por circunstancias que no vienen al caso, me siento ligada a este grupo de buena gente y a este proyecto del que pienso disfrutar cuando mi situación laboral me lo permita. ¡Salud y suerte amigos/as! Y hasta el próximo curso.
ISABEL
15-05-2012